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Entrevistamos a Miguel Ángel Carmona, escritor y director del Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez (CELARD), donde imparte talleres y cursos de escritura, y coordina varios programas de fomento de la lectura, como el Club de Lectura Viva y Libros como el Viento.
—Entre las actividades que se llevan a cabo desde el CELARD, destacamos por su acercamiento con el público de nuestra ciudad, El Club de Lectura Viva. ¿En qué consiste?
EL CLV es una programa de fomento de la lectura coordinado por el CELARD, y promovido por el Ayuntamiento de Badajoz, que combina la estructura clásica del club de lectura con la presentación de novedades. El funcionamiento es muy sencillo: Desde la dirección del club se propone un título, los interesados se inscriben y adquieren su ejemplar al 50% de descuento en la librería correspondiente con tiempo suficiente para leerlo.
Después acuden a un encuentro con el autor en la librería. La particularidad del CLV es que se trata de un encuentro abierto al público, por lo que otras personas no inscritas también pueden asistir al acto y escuchar y participar si lo desean. Esto supone un atractivo, tanto para el librero, que suele completar aforo ese día, como para autores y editoriales, que suelen alcanzar niveles de venta en ese acto muy superiores a lo normal.
—¿Con qué objetivos se crea?
Badajoz ha estado tradicionalmente fuera de los circuitos de presentación de novedades literarias, más allá de contadas excepciones en el ámbito de la literatura comercial, o durante la Feria del Libro. El Club de Lectura Viva se diseña con tres objetivos: el primero, convertir la ciudad en un destino más atractivo a editores y autores; segundo, propiciar la creación de una comunidad lectora que se interese y haga un seguimiento de las novedades literarias, y que protagonice un debate en torno a ellas; y tercero, llevar todo eso a las librerías de la ciudad, convertirlas en el lugar donde suceden esos encuentros y donde se venden esos libros.

Miguel Ángel Carmona y los editores de Candaya
—¿Qué herramientas o incentivos utiliza como vehículo para acercar al público a lectura?
Lo más importante es responsabilizarse del criterio por el cual se seleccionan los textos. El coordinador del club de lectura, si asume la función de seleccionar los libros que se leerán —cosa que no ocurre en todos los clubes—, debe responsabilizarse de esa decisión y proponer únicamente textos que después pueda defender. Por eso el proceso de selección es, en el caso del CLV, tan lento y concienzudo.
En segundo lugar, hay que conseguir traer a los autores hasta Badajoz —cosa que no es fácil—, porque el CLV es un club en el que los lectores se encuentran con los autores y conversan con ellos y ellas. El diálogo con las editoriales y con losescritores es fundamental, y después de cuatro ediciones, la buena reputación del CLV sigue creciendo, lo que facilita esta tarea. Muchos autores repiten y poco a poco se va formando una familia, entre lectores y autores, muchos de los cuales mantienen el contacto.
Por último, ofrecemos un incentivo, simbólico, pero importante, ya que los inscritos en el CLV pueden beneficiarse de un descuento del 50% en la compra de su ejemplar.
—¿Existe un perfil de usuario del CLV?
Hay una gran variedad, aunque es imprescindible visibilizar la preponderancia de la mujer en cualquier espacio relacionado con la lectura. Sin embargo, como muchos de los asiduos a los clubes provienen de los talleres de escritura que hacíamos en los primeros años del CELARD, y en estos siempre hubo una presencia bastante equilibrada de hombres y mujeres, tenemos también una buena representación de estos últimos.
Hay gente joven, muy joven incluso, y personas de más de 70 años, y el diálogo que establece entre ellos es de lo más enriquecedor de los encuentros. Son tantas perspectivas distintas sobre un mismo texto… A los autores eso les maravilla, porque es un club muy participativo.
Hay que tener en cuenta, además, de que es un club abierto al público. Esto quiere decir que cualquier persona puede asistir al acto aunque no se haya leído el libro y escuchar y participar si lo desea. Y comprar el libro, por supuesto, y llevárselo firmado.

Miguel Ángel Carmona y Juan Gómez Bárcena
—¿Qué géneros «funcionan mejor» dentro de las actividades que propone el Club?
Pues ha funcionado muy bien tanto novela como cuento, y también gráfica. Supongo que porque son selecciones muy meditadas y, aunque algunas emocionan más que otras, no dejan indiferente a nadie.
Pero sin duda, este último año, el cambio en la metodología ha supuesto un avance importante. En la cuarta edición, los autores han venido en parejas para establecer entre ellos un diálogo en torno a sus respectivas obras.
La combinación lograda entre Belén Rubiano, con su Rialto, 11, y Jesús Marchamalo, con su Me acuerdo, o la de Cristina Cerrada, con Hindenburg, y Nieves Vázquez Recio, con La sangre de las mujeres, salieron muy bien y y el público disfrutó mucho. También los propios autores, que no se conocían hasta el día del acto, y que se descubrieron mutuamente.
—Sara Mesa, Juan Gómez Barcena, Beatriz García Guirado, Juan Carlos Márquez… son algunas de las autoras y autores que han participado hasta ahora en el CLV y pertenecen a una misma generación de narradores españoles. ¿Hay también un perfil de autor/autora invitado/a?
No, salvo que se trate de una novedad (no en el sentido estricto editorial: para nosotros la novedad no es efímera), y que el autor pueda y quiera desplazarse hasta Badajoz. También pueden entrar por videoconferencia si es imposible desplazarse, como ocurrió con Eduardo Halfon o Juan José Becerra, que viven en América; o como pasó con Sabina Urraca, que se hizo un esguince el día antes de venir, así que aprovechamos para ponerle un maniquí y vestirla de Nadia Comanecci: la cabeza era la tablet por la que hablaba.
El criterio aplicado por el coordinador es ciertamente básico: el libro debe contar una historia, y esta debe ser inteligible. Sorprendentemente, muchos más libros de los que uno pensaría no cumplen con este criterio. Esa literatura es bienvenida en muchísimos ámbitos, pero en el CLV nos encanta que nos cuenten cuentos como cuando éramos niños. A partir de ahí, se trata de seleccionar aquella que más placer provoque al ser leída. Esto, claro, es un criterio subjetivo, pero esa es la responsabilidad asumida.
—¿Cuáles son los lugares elegidos para los encuentros?
Cada encuentro se celebra en una librería distinta de la ciudad. Actualmente colaboran Colón y Dulce Locura, pero hemos estado en todas las de la ciudad. Además, La Casa del Libro ha manifestado su intención de recoger el testigo de Universitas, una librería donde el CLV ha celebrado algunos de los encuentros más memorables. La inauguración siempre es en Santa Ana.
—Alguna actividad futura que nos puedas adelantar…
Ojalá… Cuando pase todo esto, ya veremos
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Miguel Ángel Carmona del Barco (Badajoz, 1979) es Licenciado en Humanidades y Diplomado en Biblioteconomía y Documentación.
Ha publicado la novela Kuebiko (Pre-Textos, 2018), novela con la que obtuvo el XXXV Premio de Narrativa Vicente Blasco Ibáñez – Ciudad de Valencia, y que posteriormente fue premiada en el Festival du Premier Romain de Chambèry, en 2019, como la mejor ópera prima en español de 2018. Ha publicado también el libro de relatos Manual de autoayuda (Salto de Página, 2016), que fue finalista del premio Setenil en 2016.
Actualmente dirige el Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez (CELARD), donde imparte talleres y cursos de escritura, y coordina varios programas de fomento de la lectura, como Club de Lectura Viva y Libros como el Viento. Además, imparte talleres de microrrelatos en el marco de las actividades del Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura y en la Escuela de Administración Pública de Extremadura.
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