Charlamos con la cantante y compositora, quien ha publicado recientemente su primer trabajo en solitario Cira (La Gran Belleza, 2019), sobre su intensa trayectoria, sus influencias musicales (y literarias), y los temas de sus canciones.

Foto: Alberto del Castillo Miró

—La música ha formado una parte importante de tu vida ya desde tu infancia. ¿Cuáles fueron tus primeras influencias? 

—Mis primeras influencias en realidad, los primeros recuerdos sonoros, son los de mi padre cantándome. Recuerdo una canción de Atahualpa Yupanqui  y que también popularizó Mercedes Sosa, “Duerme Negrito”. La recuerdo susurrada al pie de la cama. Y también una de Luis Eduardo Aute, “Una de dos”, un fin de semana que nos quedamos mi padre, mi hermano Uli y yo solos en casa. La colección de vinilos de mi padre también me alimentó musicalmente desde pequeña: Beach Boys, Bowie, Rod Stewart, Police, Bob Dylan, Style Council, Joe Cocker, Gilberto Gil, Kiko Veneno, Acción Rock Band, Tam Tam Go!, … Por ahí empieza la historia.

—¿En qué momento comienzas a componer? ¿De dónde te nacen las letras?

—Creo que empecé siendo adolescente, pero no sé con exactitud el año. Yo estudié en el conservatorio desde los ocho hasta los catorce años o así. En ese periodo estuve peleando por sacar adelante piezas de piano que, aunque hermosas, me suponían mucho sacrificio. Se me hizo duro ese periodo academicista, aunque también aprendí mucho, y cuando lo dejé justo antes de pasar a 5.º de piano, empecé a componer mis cosas, y además con un instrumento desconocido para mí, la guitarra. La guitarra era más rápida y menos tortuosa para mí que el piano en aquella época. Pero era meramente para acompañar mis melodías, no he llegado a estudiarla, aunque no me importaría.

—En 2012, junto al músico de nuestra vecina Portugal, Raúl Marques, formáis la banda Olivenza, centrada en la música de raíz, folk, y algunos toques de jazz. ¿Qué supuso para ti éste periodo? 

—En 2006 me fui a Madrid. Tuve esa suerte, salir del pueblo y vivir unos años en la capital, conocer otras gentes, buscarme la vida. Mi batiburrillo musical venía conmigo, y a Raúl lo conocí a través de Nacho (Campillo), gran amigo de la familia, al que siempre hemos tenido un cariño muy especial. Le enseñé a Raúl una maqueta con canciones que grabé en el estudio de Javier Almendral, y se interesó por ellas. Empezó a producirlas y de ahí nació “Olivenza”. En lugar de un proyecto en solitario nos fusionamos y empezamos a componer a medias, generalmente yo la letra, y Raúl la música, aunque algunas eran música y letra mías. Raúl es un músico muy completo y compartir algunos años con él, musicalmente hablando, me hicieron crecer en ese sentido. Hicimos una gira bastante intensa por España y Portugal, conocí la cultura lusa muy de cerca, que por cierto me encanta. Es una etapa de la que también aprendí y entendí los sabores y los sinsabores de hacer carrera en la música. 

—Has colaborado con un montón de músicos, algunos de ellos de la tierra, como Nacho Campillo, Gecko Turner,  Duende Josele, entre otros, que trabajan estilos muy diferentes. ¿Cómo está el panorama musical extremeño? 

—He colaborado con estos artistas como corista, y la verdad que me ha aportado otra visión más de nuestro panorama musical. El panorama extremeño es de gran calidad e ingenio, recluso un poco en nuestras fronteras, pero es evidente para los que se interesen por él, que hay muchas ideas, muy buenos proyectos, pero es difícil sacarlos adelante por muchos motivos, la suerte, las circunstancias personales, laborales. Pero Extremadura es y será tierra de grandes artistas, por supuesto.

—Háblanos del periodo junto a tu hermano Ulises, y en concreto en la producción de vuestros trabajos discográficos La Evolución del insecto (2015) y La Habitación de la música (2017). ¿Cómo es trabajar con la familia? ¿Qué temas aparecen en el disco?

—Con mi hermano estuve al frente del proyecto «Cira y yo» algunos años, con el que nos movimos bastante. Después de mi etapa en Madrid, regresé y al tiempo surgió de Uli la idea de grabar algo juntos de nuevo. La Evolución del insecto primero y después La Habitación de la música, ambos grabados en los estudios ZeroDB. Creo que ambos EPs fueron un reencuentro musical y vital, llevó su tiempo, no fue premeditado, fue saliendo, hay trozos míos y de Uli, juntos, pero no muy revueltos. Eran canciones que habíamos compuesto cada uno y las pusimos en común. Me quedo con un tema de Uli, “Tiraos en la hierba” (de La Habitación de la Música) y uno mío, “Golondrina” (de ese mismo trabajo, una adaptación de un poema de Cristian Casares).

—Eres licenciada en Filología Inglesa. ¿Nunca te has planteado componer en esta lengua?

—No sé, es curioso. He dedicado muchos años a estudiar esa lengua, primero la carrera, después también hice el doctorado, actualmente imparto clases en la Escuela Oficial de Idiomas,  casi todo lo que leo y veo —soy una gran aficionada al cine y las series— lo hago en esa lengua, pero para expresarme musicalmente me sale el español. Escribir en inglés sería más un juego musical. Aunque para determinados proyectos sí lo he utilizado para componer letras. Lo que pasa que lo que yo cuento a veces es muy sentido, así que me sale mi lengua materna naturalmente.  Si volvemos a Atahualpa y a Aute, y a mi padre, pues también ahí está la explicación. 

Cómo es la Cira lectora: ¿qué tipo de literatura consumes habitualmente? ¿Algún/a autor/a fetiche?

—Últimamente para mis clases consumo muchos artículos periodísticos en inglés de The Guardian, The Independent, The New York Times, El País. A nivel literario, me quedo con los últimos libros que me regalaron: También esto pasará, de Milena Busquets (regalo de mi amigo Pedro Macarro), Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters (regalo de nuestro querido Luis Costillo), o La Casa del Tardío, de Carlos Lencero, que fue gran amigo de la familia (regalo de mi madre). Y la biografía de Joni Mitchell, Reckless Daughter (ese fue un autorregalo). Y algunos de mis autores fetiches son John Fante, Auster, Alberti, Whitman, William Carlos Williams, Steinbeck, Millás.

— Continuando con el tema de las letras. Encontramos que los temas de tus canciones van siempre acompañados de una fuerte carga emocional: el amor, el desamor, la infancia, la pérdida…

—Como mencioné antes, las letras son casi todas muy sentidas, cuentan estados emocionales por los que paso y creo que es una forma de sacar esas emociones y poner orden en ellas, porque emocionalmente soy bastante voluble, me cuesta a veces filtrar todo eso, y hacer canciones es una manera de liberar esa carga. Recuerdo una charla con Jorge Drexler cuando estuvimos tomando algo después de su concierto en el López de Ayala, en la que me preguntaba cómo era mi proceso creativo, y le contesté que, en cuanto a las letras, me costaba mucho componer canciones alegres, y me dijo que al él le pasaba muchas veces lo mismo, y me dio por su experiencia un buen consejo: «Oblígate». Y la verdad es que lo intento, pero me cuesta que la melancolía no asome. 

—En tu trabajo más reciente, y el primero en solitario, Cira (La Gran Belleza Records, 2019) escuchamos a una Cira más íntima, casi como si nos susurrase cada una de sus canciones al oído. ¿Es la experiencia una herramienta para llegar este grado de intimidad en tus canciones?

—Bueno, supongo que la experiencia, y también gracias al equipo detrás de este disco, Pedro Macarro, de La Gran Belleza, es una persona que apuesta por la cultura, un luchador en ese sentido, y más en estos momentos, con una gran sensibilidad para la música y el arte en general, un gran amigo al que admiro por lo que hace y cómo lo hace. Y Álvaro Rodríguez Barroso, productor musical del disco, un músico con una sensibilidad y talento enormes; ha sido productor de los últimos discos de Robe Iniesta, con eso te lo digo todo. Ellos me animaron a sacar toda la emoción y sensibilidad que se aprecian en el disco. Me guiaron por ese camino y ha quedado un disco así, susurrado, íntimo.

—En uno de los temas de tu último disco He llegado tarde, escuchamos: «He llegado tarde a la oficina del tiempo / el reloj estropeado lo he guardado en el cajón de mis sueños / Disculpe las molestias si he llegado tarde ⁄.» Esa sensación de llegar tarde a todo, de vivir en una burbuja de estrés, me lleva a preguntar, ¿tiene algo que ver con la salida de tu primer trabajo en solitario después de tantos años en la música? ¿Por qué ahora?

—Pues ahora por casualidad, por haber cambiado de vida, de ciudad, venir a Almendralejo, conocer a Pedro, La Gran Belleza, él fue el impulsor de la idea y el que reunió todos los medios necesarios junto a Álvaro para que el proyecto naciera. Fue la casualidad, la suerte, o lo que tenía que pasar. Y creo que era también una cuenta pendiente, pues ya hubo un intento en Madrid que acabó siendo “Olivenza”, y llegó, unos años después, la oportunidad de enfrentarme sola a mis propias canciones. Y con ilusión de ir a por un segundo disco, pues sigo componiendo, y con ideas nuevas, con ganas de seguir explorando y sacar nuevas melodías. 

—Cuando pase todo esto que estamos viviendo, ¿volverás a Incendiar los escenarios?

—Ojalá. La gira INCENDIOS ha pasado por algunos lugares, ha habido momentos preciosos, compartir escenario con Luz Casal o con Pancho Varona fue una maravilla, un regalo. Y de repente todo se ha paralizado y se tienen que reestructurar muchas cosas para que no se mueran los conciertos, ni los teatros, tenemos que apoyar lo poco que se haga a partir de ahora, y en las condiciones que se hagan, minoritarias. Estoy apenada y preocupada por lo que pueda pasar, por algunos de mis compañeros y amigos que viven exclusivamente de esto. Así que la mejor forma de apoyar ahora como espectadora y consumidora de cultura es asistir a los espectáculos que se vayan haciendo, aunque sea con aforos reducidos y con las medidas y precauciones necesarias. Y como compositora, seguir haciendo canciones, grabarlas, y cuando pase este temporal, pues volveremos a los escenarios con más fuerza, claro que sí. 

—¿Qué opinión tienes sobre la apuesta por la cultura en nuestra ciudad?

—Creo que Badajoz ha mejorado mucho en este aspecto en los últimos años gracias a iniciativas literarias de gente como vosotros, por ejemplo, o a nivel musical, promotores independientes como La Gran Belleza, Backstage On, Actúa Producciones, que mueven muchos conciertos. Los festivales se van consolidando también, pero nos faltan salas, nuestra sala, al menos. Aunque ahora pensar en una sala abarrotada parece surrealista.

Cira, cantante y compositora de Badajoz nos presenta su primer disco en solitario después de algunos años al frente de otros proyectos musicales como Olivenza, junto al músico y productor portugués Raúl Marques, con el que publicaron un disco (Warner/Frontera) y giraron extensamente por España y Portugal colaborando con músicos como Depedro. Posteriormente forma dúo con su hermano Ulises, Cira y yo, con dos eps autoeditados La Evolución del Insecto y La Habitación de la Música—. Tras un período de silencio compositivo y vital, Cira nos trae un puñado de canciones honestas, desnudas, algunas desgarradas y profundas, con reflexiones acerca de la infancia, la madurez, la pérdida o la necesidad de reafirmación y cambio. Un trabajo que ha sido publicado en Junio de 2019 por el sello y productora La Gran Belleza bajo la dirección musical de Álvaro Rodríguez, productor entre otros de los discos de Robe (Extremoduro). Fuente: La Gran Belleza Producciones.

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