Charlamos con Raúl Almoril, propietario desde hace una década, junto a Juan Andrés Almoril de la imprenta Indugrafic Digital, una marca que trata de establecer puentes entre el espíritu y la calidad de la imprenta tradicional con la versatilidad y agilidad de la imprenta digital

Juan Andrés Almoril Sánchez y Raúl Almoril Román, propietarios de Indugrafic Digital
—Háblanos acerca del trabajo que desarrolláis y qué parte de éste está destinado al libro.
—Podemos realizar diseño y maquetación, impresión en papel, en gran formato y sobre materiales rígidos. Fabricar rótulos a medida, montaje de exposiciones y rotulación de vehículos comerciales o particulares.
La parte destinada al libro es la de maquetación, diseño, impresión y encuadernación en rústica, wire-o y grapado en caballete, y es un pilar de nuestra actividad.
—El tipo de publicaciones que imprimís es muy variado, desde catálogos y libros de arte y cartelería hasta novelas y publicaciones del entorno académico. ¿Cuál es el perfil de vuestros clientes?
—El perfil es muy amplio, va desde clientes que encargan publicaciones con un carácter más técnico, como pueden ser, por ejemplo, docentes universitarios e investigadores de la administración pública, a clientes de una naturaleza más artística como fotógrafos y pintores que necesitan catálogos para sus exposiciones.
—¿Qué ventajas tiene en la actualidad acudir a una imprenta digital, en lugar de una convencional, para imprimir un libro?
—La principal diferencia de la impresión digital con respecto la impresión offset es la economización del proceso debido a la supresión de pasos como la filmación de planchas, el arrancado de máquinas y materiales, lo cual abarata el precio final para el cliente. También cabe destacar que se pueden imprimir pequeñas tiradas, algo que con la impresión offset no sale rentable. Por otra parte, la calidad de impresión de la máquina digital actualmente es prácticamente similar a la impresión offset.
Es decir: se pueden afrontar pequeñas tiradas con un presupuesto muy ajustado y con una calidad similar a la que ofrece una impresión tradicional.

—Tu formación como impresor viene de trabajar en imprentas convencionales. ¿Qué partes del proceso de impresión clásica (offset) no se hacen en la impresión digital y viceversa, en lo que respecta al libro?
—Fundamentalmente la diferencia reside en que no existe la filmación de planchas para la impresión y que no imprimimos con tintas planas. En el resto de procesos se funciona de manera similar.
—En vuestro local hay una cajonera con tipos de plomo antiguos, ¿alguno de vosotros sabe usarlos? Vemos que hay un nuevo movimiento de imprentas vintage que utilizan técnicas de la vieja escuela para imprimir tarjetas personalizadas y obras de artista? ¿Qué te parece este tipo de iniciativas old school?
—Creo que ninguno sabemos usarlo bien, quizás si lo necesitásemos más adelante tendríamos que acudir a mi padre, Pedro Almoril, que pasó muchas horas componiendo con ese sistema y aún es capaz de leer textos al revés.
Me parece una tendencia interesante, nosotros hemos tratado de establecer puentes entre el sistema tradicional de impresión en offset y las nuevas alternativas digitales, manteniendo el espíritu y la calidad de la imprenta tradicional con la versatilidad y agilidad de la imprenta digital.
Yo mismo tengo conocimiento de ello y he visto trabajos de alguna imprenta. Me parece estupendo, lo único malo es que, por lo general, no es sencillo que el cliente valore en su justa medida lo que cuesta hacer estos productos.
—Hoy en día se puede imprimir sobre casi cualquier cosa. Explícanos hasta qué punto han avanzado las impresoras digitales.
—Hay varios tipos de máquinas como los plotters, que pueden imprimir sobre muchos tipos de materiales: vinilos, telas, lienzos, láminas de corcho, imán, etc… Y las máquinas de impresión en plano que imprimen sobre materiales rígidos como pvc, madera, aluminio, metacrilato, etc… Cada día hay una tecnología nueva al alcance de los impresores, y estar al día es complicado, aunque también forma parte de nuestro trabajo poner a disposición de los clientes la mayor oferta posible.

—¿Contempláis la introducción de la impresión 3D o es algo que veis muy lejos aún?
—Es algo que hemos estado pensando, pero de momento no hemos visto una salida de mercado como la de otros productos. Como decía antes: tendremos que adelantarnos a la demanda y dar el servicio que nos soliciten de la manera más rápida y profesional posible.
—Parece que actualmente muy pocos se plantean el valor de ciertas cosas en el diseño de los libros. Abres un ejemplar y encuentras auténticos disparates en la colocación de las cajas de texto en la página (a veces tan pequeños que estorban los dedos al leerlos), el uso indiscriminado de tipografías… ¿Crees que se banalizado la producción de un libro con la democratización del uso de los procesadores de texto?
—Hoy en día hay una gran diversidad de programas de procesadores de texto, pero que no son específicos de maquetación. Por lo general la gente tiene un mal concepto de lo que es una maquetación bien hecha y efectivamente se ven muchas barbaridades. Intentamos, en ese sentido, educar la vista de nuestros clientes, que sean conscientes de que el trabajo de diseño es importante tanto para su accesibilidad como para su estética.
—Algunos procesos de la confección de un volumen, como la encuadernación en cosido, los tenéis externalizados. ¿Esto siempre ha sido así o es un signo de los tiempos que corren?
—La mayoría de las imprentas externalizan la encuadernación, sobre todo el proceso de cosido y hacer las tapas duras de los libros. Hay empresas que son exclusivamente encuadernadores, aunque cada vez menos. La tendencia hacia la especialización es inevitable, pero negociamos exclusividad y profesionalidad con nuestros proveedores para que su trabajo no se demore y tenga las mismas garantías que nosotros avalamos con nuestros procesos.
—¿Hay alguna lectura, no excesivamente técnica, que recomendarías para iniciarse en el mundo de la impresión?
—Recomendaría éstas dos: Imprenta moderna: tipografía y literatura en España, 1874-2005, de Andrés Trapiello (Campgràfic, 2006) y Diseño de libros contemporáneo, de Roger Fawcett-Tang (Custavo Gili, 2004).
—Por último, ¿qué puedes decirnos de la evolución de la oferta cultural en nuestra ciudad? ¿Hay algo que eches en falta?
—Creo que en Badajoz, en los últimos años, se ha ido aumentando mucho la oferta cultural y la calidad de la misma para atraer a todo tipo de público. Algo que echo en falta es una Casa de la Cultura donde haya espacios para jóvenes artistas que puedan exponer sus obras, dar conciertos, clases de teatro o presentaciones de libros, y que tal actividad sea lo suficientemente promocionada.