
Carmen de la Carrera. Fotografía archivo particular
Entrevistamos a Carmen de la Carrera, directora de la Biblioteca Pública «Bartolomé J. Gallardo» de Badajoz.
—Estudiaste en la Facultad Filosofía y Letras de Cáceres en los años 80, cuando la ciudad, lejos de ser el escenario turístico que es ahora, albergaba en su casco antiguo las carreras de letras. ¿Qué recuerdas de aquellas incipientes manifestaciones literarias propiciadas desde el ámbito universitario?
Creo que aquella fue la época dorada de la cultura en Cáceres, que recuerdo con muchísimo cariño pero, como apuntas, las manifestaciones literarias se propiciaban desde el ámbito universitario más que desde las administraciones públicas; de hecho, de aquellos años salieron grandes autores. Recuerdo con mucho cariño a Juan Copete, que tristemente se nos fue… Se hacían tertulias literarias en pisos de estudiantes, en las escaleras de la plaza mayor, en bares como la Machacona o la Fontana… Se conocía a mucha gente, y todo formaba parte de la llamada «movida cacereña».
—Parece que el mercado laboral no ofrece muchas salidas a los estudiantes de humanidades, y la gran mayoría de licenciados acaba desarrollando una carrera profesional alejada de su formación. ¿Por qué crees que este hecho es asumido como un signo de nuestro tiempo?
Las salidas de las carreras de humanidades están bastante limitadas a la enseñanza, los museos, las artes escénicas… Y sí, se ha convertido en un signo de nuestro tiempo, pero no solo pasa con humanidades, sino que también pasa con otras disciplinas. Es un reflejo más de los problemas que tienen los jóvenes para acceder al mercado laboral. Es un todo. No solo por las pocas salidas profesionales que ofrecen algunas de estas carreras; se une también la falta de trabajo en general, la precariedad laboral o la exclusión social que sufren muchos jóvenes. Hoy día se apuesta más por todo lo relacionado con tecnológico y las ramas de Formación Profesional.
—En 1992 apruebas las oposiciones como Técnico Superior de Bibliotecas de la Junta de Extremadura, y en 1994 te nombran directora de la Biblioteca Pública Bartolomé J. Gallardo. ¿Cuál es la realidad con la que te encuentras en ese momento? ¿y qué cosas te hubiera gustado cambiar?
Empecé a trabajar en la biblioteca dos años antes de acceder a la dirección, por lo que la conocía bien. Entonces, las bibliotecas públicas estaban encorsetadas y con bastante restricciones para con los usuarios, que no la sentían como suyas. Quizás, este ha sido el mayor cambio, hoy la biblioteca es del ciudadano y se trabaja por y para él.
—En 1998 dejas tu cargo como directora y lo retomas nueve años después, en 2007. ¿Qué supuso aquel momento de transición en el que se dan cambios tan importantes como el traslado a la nueva sede y la implantación de los sistemas digitales de catalogación?
Casi todo el trabajo a mi vuelta se centró en la preparación del traslado de la biblioteca y la puesta en marcha en la nueva sede. Creo que fue el mejor momento para la biblioteca y, por supuesto, para los ciudadanos. El nuevo edificio que la alberga cuenta con 7.190 metros: más del doble que el anterior, y dispone de todas las tecnologías actuales y de nuevos servicios que eran impensables debido a la falta de extensión. El edificio actual potencia la biblioteca como un foco cultural y de relaciones, lugar de encuentro entre la cultura y el ocio, todo en un espacio amplio y versátil que se puede adaptar a requerimientos futuros.
—A su vez, este cambio coincide con una normalización del uso de internet, con un nuevo perfil de usuario que demanda otros contenidos (cine, música) y a su vez, se pone en marcha la oferta de actividades como clubs de lectura, presentaciones literarias… ¿Hasta qué punto se ha complicado la gestión con la dinamización de estas actividades?
Más que complicarse, se ha complementado. Es cierto que se ofrecen muchos más servicios al ciudadano, no solo las actividades; también en lo relativo al préstamo de dispositivos tecnológicos: tablets, portátiles pequeños o uso de wifi, y al préstamo online de libros y películas a través de las plataformas eBiblio y eFilms. Esta misma tecnología, ayuda que el trabajo sea más ágil, y nos abre muchas posibilidades a los trabajadores, por eso digo que se complementan.
Aún recuerdo cuando catalogábamos a mano con lápiz y goma de borrar; era mucho más lento. Ahora hay una mayor dinamización del trabajo, que revierte en más servicios. Lo peor es que el aumento de personal no ha ido en paralelo con el aumento de espacios y servicios.
—¿Cómo ha evolucionado la forma en la que los ciudadanos se acercan a las bibliotecas? ¿Crees que es cierto que son un lugar de encuentro? ¿Incluso para tener una cita?
Pues en algunos casos sí; por ejemplo, en los clubes de lectura se ha conocido gente que más tarde ha hecho viajes y excursiones a las ciudades de los autores… y a día de hoy, continúan esa relación.
Hay diferentes perfiles de usuarios, algunos vienen a buscar materiales, y de forma totalmente libre, entran e incluso se los auto-prestan, o los devuelven en las máquinas. Antes esto era impensable. Otros buscan las tecnologías, acuden a utilizar los ordenadores de la biblioteca y, fundamentalmente, el wifi para conectarse con sus propios dispositivos electrónicos… tampoco esto existía anteriormente. También hacen uso de la hemeroteca o la sala infantil, y luego están los que suelen ocupar las mesas para estudiar. Obviamente, la evolución de la vida con las tecnologías incide en todas partes y, por supuesto, en las bibliotecas.
—Campaña de fomento de la lectura (express): ¿cuál sería la palabra que elegirías para animar a la lectura? ¿Y para hacer nuevos usuarios de las bibliotecas?
Creo que para animar a la afición de leer utilizaría la palabra «magia». Si estás triste te puede hacer sonreír o puedes viajar desde tu sillón a todas partes. Si estás desinformado te informa. Si estás solo te hace compañía, te entretiene. Te puede hacer vivir otras vidas, ampliar tu cultura… Pura magia.
Para animar a usar la biblioteca escogería la palabra «regalo». Creo que es un enorme y preciado regalo poder disponer de todo lo que hemos comentado en la entrevista: de los materiales, la tecnología, las actividades… De tantos servicios, y todo gratuito. Un enorme e inagotable regalo.
—Pasas el día rodeada de libros. Nos pica la curiosidad, y nos gustaría saber cuáles son aquellas lecturas que consideras imprescindibles.
Para mí hay un libro muy especial, del que tengo varias ediciones, El Principito. Es un libro para todas las edades, lleno de magia y con un gran magnetismo que hace reflexionar. Otro título que recomendaría es El infinito en un junco, de Irene Vallejo.
Tengo una amplia bibliografía sobre Miguel Hernández y Federico García Lorca; me apasiona la generación del 27, sobre todo, lo relacionado con sus biografías y correspondencia. También otras biografías, de vidas que considero interesantes, como las de Diego Rivera y Frida Kahlo. Por otro lado, al tener la suerte de poder viajar por todo el mundo, me encantan los libros de viaje.
—Y por último, ¿qué valoras y qué echas de menos del panorama cultural de nuestra ciudad?
Creo que Badajoz, pandemia a parte, tiene un buen panorama cultural ofrecido por las diferentes administraciones públicas; Ayuntamiento, Diputación Provincial y Junta de Extremadura. El Festival de Teatro y la Semana del Teatro. Los musicales y los conciertos, tanto en el López de Ayala como por las calles de la ciudad de la mano de la orquesta municipal. La Orquesta de Extremadura. Las visitas y rutas guiadas por la ciudad, las ermitas, los conventos, los baluartes… Los festivales folclóricos internacionales, las presentaciones de libros, los premios literarios, exposiciones, aulas literarias de poesía…
Tenemos editoriales, ilustradores… Y lo bueno es que hay diferentes asociaciones que también se implican en la realización de actividades culturales. Obviamente, esto siempre se puede mejorar y ampliar.
Lo que echo de menos es una mayor implicación por parte del ciudadano en las actividades literarias. El ciudadano pacense está muy interesado en la historia y los monumentos de Badajoz, pero menos en la literatura. Tal vez se deberían realizar más rutas literarias… También ayudan publicaciones como el magnífico cómic de Borja González y Alejo Bueno, La boca del lobo.
Carmen de la Carrera nació en los Santos de Maimona. Vive en Badajoz desde su infancia. Licenciada en Filología hispánica por la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, en 1994 pasa a dirigir la Biblioteca «Bartolomé J. Gallardo». En 1998, es jefa de Servicio de Bibliotecas de Extremadura de la Consejería de Cultura hasta 2007, año en el que retoma su actual cargo como directora de la biblioteca.