Olga Ayuso. Fotografía de María José Garrido

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—Llevas casi dos décadas dedicada al periodismo cultural, y desde ese mismo momento no te hemos visto perderte ningún sarao. No te imaginamos dedicando tu vida a otra cosa. En un universo paralelo, ¿a qué se dedicaría esa otra Olga Ayuso? 

—Yo, en una vida paralela, e inventada, sería inmensamente rica, guapa y sexy. Sobre todo lo de rica, porque el dinero te hace sexy y guapa. Y me dedicaría a viajar. Y a comer rico. Y a quitar a mis amigos del trabajo.  

Por favor, ayúdanos a ser políticamente incorrectos y dinos algunos de los títulos literarios de todos los tiempos que consideres sobrevalorados. Los que más rabia te den. 

—No tengo títulos literarios sobrevalorados en mente. Sí tengo a un autor con el que lo he intentado con fruición y no he podido nunca, muy a mi pesar. Victor Hugo. Yo con Víctor Hugo tengo una relación de amor que no fue posible. Él puso a Jean Valjean y a Quasimodo, yo puse mis ganas y la edición de Cátedra y acabé abandonándolo dos veces. Con el resto de sus 800 mil obras ni lo he intentado. Victor Hugo es el culpable de que yo le pregunte a todo dios con qué autor/compositor/lo que sea clásico no han podido jamás. 

—Siguiendo con la psicología inversa, ¿podrías decirnos cuál ha sido la peor entrevista de tu carrera?  

—Sí. Una que le hice a la nuera de la mujer que llevaba La Troya, restaurante mítico de Trujillo, cuando esta señora falleció. Respondía con monosílabos. Por ejemplo: «A su restaurante han ido siempre muchos famosos» «Sí» «¿Puede contar alguna anécdota?» «No». Esa ha sido la peor. 

—¿Cuál es la máxima de tu profesión que siempre cumples a rajatabla? ¿Cuál aquella que te resulta odiosa, pero que no tienes más remedio que acatar? 

—Intento no incurrir en malas praxis. Acato lo de no opinar. A veces me jode, porque yo opinaría.  

—¿A qué persona (viva) admiras más, y por qué? 

—A mi mejor amiga. Comenzó un par de carreras, las dejó. Después de varias vicisitudes laborales, aprobó la oposición de camarero limpiador en una residencia de ancianos dependientes. Y comenzó a estudiar otra carrera y se la está sacando… al tiempo que cría dos hijos y estudia otras oposiciones de promoción interna. Yo, que sigo haciendo lo mismo que hacía hace 15 años, admiro esa capacidad de superarse… Pero si comencé otra carrera, me puse enferma con un brote de colitis ulcerosa (bueno, vale, era un brote muy grave) y la dejé.  

—En Extremadura hay una necesaria tutorización de la cultura por parte de las instituciones públicas, pues apenas hay instituciones privadas que dediquen dinero a la cultura. Sin embargo, el porcentaje dedicado a la formación es mínimo. ¿Qué opinas de este tema?

—Bueno, a ver: en Extremadura lo que pasa es que hay un reparto incomprensible, para mí, de las subvenciones o apoyos económicos. Hay eventos que se llevan mucho dinero y otros que, a mi juicio, son mucho más interesantes, que no reciben casi nada. Para la cultura se necesita panoja. Y se necesita crear una sociedad culta que demande contenidos cultos. No sé por qué demonios se pone siempre la cultura al lado del deporte en los Ministerios y Consejerías, si tenía que ir al lado de Educación. El problema es que, si fuera así, Educación se chuparía todo el dinero de Cultura.
Para empezar, es necesario tener un proyecto: qué es lo que se quiere, culturalmente, para una región o un país. Y luego a partir de ahí, tiramos. Y tiramos para todo el territorio, no solo para las grandes ciudades. 

—Imagina que eres un Nexus 6 a punto de perder sus recuerdos como lágrimas en la lluvia. Completa esta frase: «Yo he visto una compañía de teatro descender de un helicóptero en llamas sobre el Pico Villuercas, lienzos hipercoloreados colocados en círculo sobre las ruinas del Fuerte de Pardaleras…»

—«Yo cerraba bares después de los conciertos de la Orquesta de Extremadura». Sí, vale, os referís a cosas impactantes (y un poquito kitsch, ahora que lo pienso), pero, de verdad, tengo muchas ganas de volver a cerrar bares. Yo es que soy muy de bares. Bueno, en general yo soy muy de cosas que te hagan divertirte, como los cines, los conciertos, los restaurantes, las tabernas y los teatros.  

—¿Qué nombres y obras destacarías del panorama extremeño alrededor de la cultura del libro, la literatura, la ilustración y el cómic…? 

—En ilustración, Zurbarán y Luis de Morales. Na, ya sin coñas. En cultura hay un problema, que es que la gente de la cultura se promociona mal. Así que a veces la obra de gente interesante no te llega. No, los periodistas no lo conocemos todo. De hecho, no conocemos nada a no ser que nos lo cuenten, no somos adivinos. A mí me gusta mucho el trabajo de Fermín Solís y de Mayte Alvarado o Borja González Hoyos y admiro a muchos ilustradores (Rocío Vicente, Javier Alcaíns, Amanda SinSanto, María Polán, Susana Llanos, Alicia Aradilla o Roberto Massó o Ester García, por decir algunos, que podría seguir hablando de artistas que también usan la ilustración y luego pensaré: «Ay, no he nombrado a tal o cual»). Y como maestro, faro y guía de cualquier cosa, nombraría a Antonio Gómez, lo que me lleva a hablar de literatura.  
Si tengo que recomendar a alguien, que sea al «mejor escritor secreto de España», que es Gonzalo Hidalgo Bayal.  
Luego, no sé si la labor ingente de José María Cumbreño al frente de Liliputienses (que es una editorial de referencia en poesía) y Centrifugados (que esperemos que vuelva), De cordel ahora o cualquier otra iniciativa que se le pueda ocurrir en el futuro (que se le ocurrirán) pueda opacar su producción poética y a mí me gustaría que se le leyera más. 
Y el trabajo de Aristas en la última década, no solo como editorial sino también como motor cultural (no solo en la feria del libro de Badajoz) ha sido muy importante para la región.  
También la Editora Regional (con Luis Sáez y antes con Fran Amaya y siempre con María José Hernández) está sacando libros geniales. Esperemos que sus problemas con la distribución se solucionen pronto.  
Creo que en Extremadura, con Aristas, Liliputienses, la Editora, De la luna, La Moderna… se está cubriendo un buen espacio para un público amplio. A mí lo que me repatea es que tengamos 17 culturas diferentes y que desde la periferia cueste todo un poco más. 
También me pregunto si, en una España que no lee, hay público para tanto libro como se edita, pero esa es otra cuestión.  

¿Qué es para ti la dehesa? 

—Siempre ha sido sinónimo de Extremadura. Yo no soy terruñera (salvo cuando me fui a Melilla y no venía para acá, que vi una bellota de adorno y por poco no lloro), lo mismo que no soy nacionalista (ni española ni de ninguna otra parte). Pero me gustan las encinas y los alcornoques. Y me gusta pensar en la tierra de labor. Y en los garbanzos de Valencia del Ventoso y el aceite de Monterrubio de la Serena. Y en lo que significa la periferia, porque yo siempre he estado en la periferia. 

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Olga Ayuso. (Autobiografía)
«Esta muchacha tiene un problema, porque resulta que todo lo que ocupaba su ocio se transformó en su trabajo hace quince años… solo porque vino Nacho Duato a Mérida y le puso ojitos a su entonces jefe, Jorge Solís. Desde entonces se ocupa de la cultura en Canal Extremadura Radio y también escribe una página semanal en El Periódico de Extremadura. Como lo de que tu ocio se transforme en tu trabajo no es bonito, porque lo único que haces es trabajar, creó un blog de cocina. Lo tiene abandonado porque la pandemia ha hecho estragos con su vida, como con la vida del resto. Alguno leerá esta página dentro de un montón de años: sepan que hubo una pandemia mundial y no fue agradable, pero peor es la guerra. Considera que la cultura es política: profundamente política y que sirve para que uno se desclase, pero de eso nunca se habla porque la tónica general es confundir cultura con ocio y espectáculos. Que, ojo, el ocio está muy bien: a esta chica le gustan los bares y no perdona una comida con amigos. Pero la cultura no es eso: va más allá. Hay políticos a los que les interesa de verdad, pero no son la mayoría. Además, abomina del concepto «gran público»: «el público quiere», «al público le gusta». A estas frases responde: «Hay muchos públicos y yo no estoy en ese»».